Confesión
Yo apuesto por lo humilde.
Renuncio a la apariencia
en el vestir, en el hacer y en el decir
Renuncio a las palabras solemnes
y a cualquier forma de opulencia.
Renuncio a arrimarme a los más grandes
Y a sentarme en sus mesas vacías.
Renuncio a los fingimientos estériles
Y a ocultar los límites de la pobreza.
Renuncio a un corazón altivo
Y a soñar castillos de arrogancia.
Renuncio a juzgar y condenar
Como si fuese amo de certezas.
Yo apóstol desde la humildad.
Amo las pocas palabras
Llenas y sinceras.
Amo las formas humildes
En el ser y en el hablar de mis cosas.
Amo las pocas cosas de la pobreza,
Tan ricas ellas, hermosas y duraderas.
Amo a la gente humilde,
Grande siempre en su sencillez
Amo las manos campesinas
Y las miradas limpias
Amo los bichos pequeños
El agua, la nieve, las hierbas.
Amo los besos y la ternura
Y la acogida de un buen abrazo.
Amo la amistad fiel
Y el perdón que la alienta.
Amo arrepentirme cada día
Y buscar la verdad que libera.
Amo la comunidad transparente
Y compartir mi vida entera.
Amo la lucha callada, persistente
Por un mañana que ya despierta
Amo a Dios,
Porque es humilde creador
Amo a Jesús,
Porque es humilde salvador.
Amo al Espíritu,
Porque es humilde soñador.
Amo a María,
Porque es humilde Madre de mi Señor.
Apuesto por lo humilde y sencillo
Y por estos versos pequeños
Para decir lo que quiero.